10 enero, 2011

JUDAS según José WATANABE, GIOTTO y REMBRANDT

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El antisemitismo europeo de la época medieval fue alentado en parte por la Iglesia al permitir que persistiera la creencia popular de que el pueblo hebreo había matado al Hijo de Dios, olvidando que el propio Cristo fuera hebreo.Los judíos eran envidiados , despreciados, y temidos, por motivos económicos, sociales, religiosos e incluso culturales y convertidos en chivo expiatorio a la menor dificultad social.
La expulsión y confiscación de sus bienes, cuando no el peligro de sus vidas, se practicó desde muy temprano.El rey Felipe Augusto de Francia lo hizo en 1182 con los judíos franceses;  pero la primera expulsión masiva fue en 1290 cuando Eduardo I de Inglaterra expulsó de su reino a todos los judíos ingleses; esto sucedía mucho antes de la más publicitada expulsión -nunca suficientemente lamentada- llevada a cabo en 1492 por los Reyes Católicos de los judíos españoles, muchos de los cuales, como la familia Espinosa de Burgos,  se refugiaron en Portugal. Pero hubo otras muchas persecuciones como bien se sabe, antes y después.
Judas, el   traidor, personificaba la maldad absoluta del pueblo judío y su representación en pinturas o esculturas es uno de los sismógrafos de lo que sobre el tema pensaba el artista o la sociedad del momento.

                               "después se retiró y fue y se ahorcó",Mat.27,5

En el siglo XII, el maestro Gislebertus de Autum, que era capaz de expresar en piedra con la misma excelencia el  expresionismo  dramático o el  dulce lirismo de los  Evangelios, en un capitel  vio así  a Judas colgado, oscilando  de la soga de que tiraban vociferantes diablos.
Y, a pesar del clásico naturalismo del fondo vegetal , Gislebertus no parecía distinguir entre drama y tragedia. Eligió el momento que expresaba el auto-castigo justo al delito más grave. La culpa de Judas no le planteaba dudas a Gislebertus, ni piedad; no se le pasó por la imaginación que fuera parte de un plan divino como sospechó el poeta peruano José Watanabe, pero muchos siglos después.

En el siglo XIV, el florentino Giotto que había recuperado el volumen y la gravedad de los cuerpos bajo las vestiduras que habían tenido en la Antigüedad y preparaba el Renacimiento, con un vivo sentido de la representación dramática, parece preconizar el verso que  Watanabe escribirá siglos más tarde: [Él] me concedía su semejanza. Judas abraza a Cristo y forma con Él un único ser envueltos en su túnica amarilla; esta imagen del engaño refinado, de la traición artera, no es suficiente para Giotto que la subraya atravesando el espacio  con las miradas de los protagonistas como vectores  -tan sólidos como las lanzas, los palos y las antorchas de quienes vienen a prender a Cristo.


Entonces Judas, el que le entregó, viendo que había sido condenado, fue acosado por el remordimiento, y devolvió las treinta monedas de plata a los sumos sacerdotes y a los ancianos diciendo:"Pequé entregué sangre inocente",Mat.27,3-4

El divino azar hizo rodar entre doce hombres/ el huevo de la serpiente. Anidó en mí.
La Holanda calvinista del siglo XVII se convirtió en una potencia económica a través del comercio de las especias y otras mercancías de su imperio colonial . Los navíos de la Compañía de las Indias Orientales (1602) y la de las Indias Occidentales holandesas, dominaban el comercio marítimo.  En, 1606 se fundó2 el Banco de Amsterdam, el primer banco moderno y la primera Bolsa,también en Amsterdam, para el funcionamiento de las Compañías por acciones. En 1609 tras firmarse la Tregua de los Doce Años en la guerra mantenida con España, se consolidó un largo periodo de paz y prosperidad.
Cuando Rembrandt nació en Leyden,1606, Amsterdam era ya una ciudad cosmopolita, floreciente y en  proceso de brillante desarrollo también cultural. En Amsterdam se estableció el pintor a partir de 1631, muy cerca del barrio donde vivía la numerosa comunidad judía de origen español (sefarditas) que mantenía relaciones relativamente libres con los gentiles.
Rembrandt frecuentaba a los judíos, por amistad, por interés profesional e intectual y les utilizaba como modelos porque un hondo interés por lo oriental y bíblico - contagiado por su maestro Pieter Lastman- le hacía ver en ellos el modelo verdadero de los protagonistas de la Biblia. Allí pudo conocer o cruzarse con el joven Spinoza , que pulía lentes de aumento para sobrevivir, mientras reflexionaba y se hacía preguntas  sobre la naturaleza de Dios, para llegar a conclusiones sorprendentes...
Al tratar el tema de Judas, -un judío como sus vecinos, conocidos y amigos- Rembrandt introduce variaciones en la iconografía: elige el arrepentimiento de Judas, un momento de luces y sombras como sus pinturas, donde la luz débil y pálida, crea un instante tintineante con las treinta monedas de plata arrojadas al suelo.Es el foco de atención en un ambiente de suntuosidad oriental, con un Judas desesperado y trágicamente/inútilmente arrepentido.

                                          Rembrandt, judíos en la sinagoga de Amsterdam

José Watanabe es un poeta singular, casi insular y se podría llegar a pensar que su originalidad es el producto de un equilibrado  mestizaje entre  la poesía peruana y la japonesa; es difícil traducir en palabras las sensaciones que producen sus versos y explicar cómo logra llegar hasta el fondo con ese estilo despojado y áspero y a la vez extremadamente refinado.
Intriga cómo pudo adquirir esa mirada oblicua, rápida y certera que le lleva al centro de las cosas y desvela el mundo y esa capacidad para percibir atisbos de significado y ponerlos encima de la página con la misma materialidad con que se coloca un pez plateado todavía palpitante, sobre la mesa. En sus versos libres y llenos de música inesperada cada palabra adquiere  plenitud y siendo común parece nueva como si antes nunca hubiera sido pronunciada.
En JUDAS el juego de la palabra y el ojo consigue en pocos versos desplegar la riqueza del comportamiento humano y divino que guarda la historia evangélica. El poeta peruano José Watanabe, que se aproxima a Judas de una manera diferente, le cede la palabra para que recuerde cuánto amaba al Maestro y como Dios, el mismo Dios, le enredó en sus planes. Y de pronto le aproxima al lector con ese coloquial ,sepan,como si le tomara desesperado de la solapa para que comprenda  que aún sabiéndolo todo, él no se ha podido perdonar.



JUDAS


SER  fiel

como un perro seguidor era mi más íntimo
regocijo: sabía que me guíaba el mejor.

Podía copiar sus movimientos, iguales músculos

y huesos se movían en mí,
y su huella
en la yerba o el barro
no era más profunda que la mía.

Cómo no amarlo entonces: Él era el Hijo de Dios

y me concedía su semejanza.

De otro modo no hubiera podido amarlo

ni acompañarlo con serenidad de hermano.

Ay, pero yo ignoraba que era campo de pruebas.

El divino azar hizo rodar entre doce hombres
el huevo de la serpiente. Anidó en mí.

Yo amaba al albo cordero

pero tuve que entregarlo como cordero de sangre.

Y ahora colgado en el viento, sepan,

que no tuve el valor de perdonarme.




José Watanabe, Poesía completa. Editorial Pre-Textos