19 julio, 2011

CARAVAGGIO / prodigioso y turbador

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Para el  viaje papal a Madrid el Vaticano ha enviado como embajador a Caravaggio y   una de sus obra maestras, el Entierro de Cristo, se verá por primera vez en España en el Museo del Prado hasta el 18 de septiembre.

Es un lienzo de gran formato, - un "cuadro de altar"-, de composición concentrada que acentúan  la oscuridad y el vacío del fondo; desde esa oscuridad abstracta emergen las figuras con una  plasticidad  que realza  la luz dirigida desde un foco exterior -como dice G.C.Argan, la luz de Caravaggio es una luz mental. La obra se expondrá junto a otras 14 obras maestras, pertenecientes al museo, entre ellas la Adoración de los Reyes Magos de Rubens y será interesante comprobar cómo el dramatismo monumental y severo de Caravaggio contrasta con la suntuosidad del pintor flamenco.

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Caravaggio, Entierro de Cristo, 1602-1604, ól/lz, 300 x 203 cm. Pinacoteca Vaticana (obra completa y detalle.)


Seis figuras de tamaño mayor que el natural   trazan una diagonal  que   dinamiza el lienzo  acercando  la escena  al espectador. Juan, el discípulo, y Nicodemo trasladan a Cristo muerto; están acompañados por María, María Magdalena y María Cleofás.El cuerpo de Cristo, bañado en luz destaca sobre los pliegues flotantes del sudario blanco; la imagen detiene el instante en el que va a ser depositado en el sepulcro; el ángulo de la piedra sepulcral proyecta al grupo hacia el espacio exterior y el espectador es atraído a su vez hacia el drama que sucede en el interior del lienzo.
El  brazo de Cristo inerte, como si Caravaggio tuviera presente el del Cristo de la Pietá de Miguel Ángel y como casi dos siglos después el francés David recordará el del Cristo de Caravaggio para La muerte de Marat, con lo que en parte sacralizará una figura  política...
Esta imagen  de intensidad sobrecogedora, la ha pintado un muchacho que está en la treintena; un pícaro de mala fama, que a su llegada a Roma, hace unos años, sobrevivió en las calles y es conocido en el hampa, aunque pronto destacara por su talento y recibirá  la protección del mundano cardenal Del Monte. Al final -próximo- de su vida será un prófugo huyendo de la justicia por un crimen. Pero su genio asombra y representa la vanguardia de la pintura en Roma la capital mundial del arte desde el Alto Renacimiento.
"¿Cómo un muchacho lombardo, aprendiz de pintor, llegado a Roma cuando apenas contaba dieciocho años, pudo edificarse, crecer, desbordar las bajas zonas de la plaza Navona más allá del Tíber y de los Alpes, más allá de su siglo y de los siguientes y llegar a nosotros como uno de los más altos reclamos (quizás el más estable y compacto) e imponerse como bandera de modernidad a las más dispares opciones, a los bandos más opuestos? ¿Cómo es posible que todavía hoy, después de Kandinsky o Mondrian, el viandante más casual o el apasionado de Pollock o de Rauschenberg, o el más condescendiente seguidor del arte lúdico, entre en San Luis de los Franceses y sienta que se le abre en el pecho una llaga que creía restañada para siempre?"

 

Cada una de las palabras del pintor italiano Renato Guttuso (1911-1987), comunista y posiblemente ateo acerca de Caravaggio perfilan una biografía honda y esencial. Guttuso señala con nitidez su verdadero valor, cómo acercarse a las mejores obras del pintor lombardo de tema religioso no deja indemne:
O cómo explica  lo que se podría llamar el "efecto caravaggio" Robert Hughes: "recuperó la figura humana moviéndose en el espacio profundo con todo su pathos y grandeza, como la unidad básica del arte- aquella que provoca los sentimientos plásticos más fuertes al movilizar el sentimiento de nuestros propios cuerpos."

CARAVAGGIO, en su precoz madurez, se sumerge en la tela como en un abismo oscuro del que emergen figuras, ningún paisaje, algún atisbo genial de naturaleza muerta...y manchas de luz y color. No quedan dibujos de Caravaggio, se enfrenta al lienzo directamente, alla prima.

Es un revolucionario: se aparta de la elegancia idealizada y artificial del manierismo para volver a la naturaleza más humana;su realismo, a veces un naturalismo brutal, provoca el rechazo de espíritus delicados como el del pintor francés Nicolás Poussin,o de la misma Iglesia: venas marcadas, pies hinchados, rostros vulgares para representar a los apóstoles...o una muchacha ahogada en el Tiber como modelo para La muerte de la Virgen...

Caravaggio lleva la idea de la Contrarreforma -apelar a las emociones, para acercar a los santos como figuras cotidianas-, a su extremo sin importarle faltar a lo que se considera decoroso para tratar las imágenes religiosas recurriendo a imágenes de marginalidad y pobreza que conoce de primera mano recordando a la sofisticada curia romana: son así, eran así

No tuvo discípulos pero influyó en todo el siglo y más allá;pocos pintores escaparon a sus innovaciones, especialmente los grandes, Rubens,Velázquez, Rembrandt...Le interesó más la verdad que la belleza, La belleza era un subproducto de la verdad. Como  Giotto,  Masaccio,  Miguel Ángel, doscientos años y más antes, -con los que enlaza en el subsuelo de la creación- y con quienes, más allá de las diferencias de época, tanto tiene en común.

La llaga que se abre en el pecho, a que se refiere Guttuso cuando se entra en San Luis de los Franceses en Roma y deja  el espectador mudo ante los caravaggios, es la misma herida que se abre ante las piedades, y  otras obras, de Miguel Ángel, o ante la inmediatez monumental de los frescos de Giotto o Masaccio; es "la respuesta del cuerpo" que dice Hughes ante algo que le supera, sacude y conmociona.

Rubens, Entierro de Cristo, 1611,ól/tabla, 88 x 66 cm. National Gallery of Canada. Otawa.

Cuando Caravaggio era discutido en Roma y Poussin se horrorizaba de su pintura, Rubens, que también estaba en Roma, le reconocía como a un genio  y recomendaba al duque de Mantua comprar cuadros tan rompedores y denostados como La muerte de la Virgen. Pocos años después de realizado el Entierro de Cristo y un año después de que Caravaggio muriera a los 39 años,Rubens toma el cuadro como modelo. No es una copia, es un homenaje emocionado de un gran artista a otro artista que sabe revolucionario y Rubens en este lienzo aunque sirve a la iconografía creada por Caravaggio, la realiza con su personal estilo de inmenso pintor.

Otro pintor revolucionario, el francés Cézanne, también se sintió fascinado por Caravaggio y de esta pintura dejó un estudio a la acuarela, abocetado pero lleno de fuerza plástica.